Hablemos sobre los Nëquddot...

07.09.2020
Autor: Raúl Arce


Sobre los Nëquddot... La gramática hebrea, tal como se la entiende en general, es la gramática del texto bíblico tradicional según fue fijado por los sabios judíos de la escuela de Tiberíades en torno al s. VII d.C. Se cree que los sabios tiberienses, presumiblemente a través de sus colegas babilonios, recibieron indirectamente la influencia de los gramáticos sirios en su interés por preservar y transmitir la tradición de lectura de los textos sagrados.

En esta época el texto consonántico fue provisto de numerosos signos que indicaban, primero y principalmente, la vocalización, pero también ciertas modalidades en la pronunciación de las consonantes, la división de las sílabas, el acento, la unión entre las mismas palabras, las pausas y la modulación. Estos signos, y en especial los de las vocales, consistían principalmente en puntos; por ello se suele hablar de la puntuación del texto hebreo consonántico; los inventores del sistema son llamados naqdanim (puntactores).
Es conveniente distinguir entre los naqdanim, que inventaron o estuvieron directamente involucrados en la forja del sistema de puntuación, y los "sabios masoretas", que estudiaron y escribieron sobre cuestiones surgidas del texto así puntuado. La distinción es útil, aún cuando los manuscritos bíblicos (y relacionados) del momento atestiguan la diversidad de realidades y tradiciones lingüísticas incluso en manuscritos que usan el sistema simple de puntuación babilónica.
Junto al sistema tiberiense de puntuación o vocalización existieron otros como el palestinense, el babilónico y el samaritano, cada uno con su propio conjunto de signos de formas diferentes representando un sistema fonológico diferente. Existen, además, manuscritos bíblicos con puntuación tiberiense, cuyo sistema fonológico es, sin embargo, palestinense.
De los cuatro sistemas el tiberiense es el mejor conocido, el último y el más meticuloso; y lo que es más importante, en ninguno de los otros tres sistemas se conserva ningún manuscrito con todo el Antiguo Pacto.
La pronuniación fijada por los naqdanim con meticulosa exactitud es la que se ejecutaba musical y solemnemente en los servicios litúrgicos de las sinagogas de su tiempo. Esta pronunciación, que muestra cierta elegancia y afectación deliberadas, tiene sin duda rasgos artificiales, pero no hay razón para dudar sustancialmente de su autenticidad. Los naqdanim quisieron recoger fielmente la pronunciación contemporánea cuando la tradición corría peligro, y se puede presumir que consiguieron su objetivo. La coherencia interna del sistema y la comparación con las lenguas afines testimonian en favor de los vocalizadores.
Los detalles de la gramática hebrea, especialmente de la morfología, se basan en la vocalización de los naqdanim, cuya fiabilidad se presume hasta que no se demuestre lo contrario... Otra cuestión es cuándo y dónde surgió un sistema de la lengua hebrea partiendo de tales detalles. La presunción de algunos es que los naqdanim registraron una determinada tradición de lectura de la Biblia, pero no impusieron cómo había de ser pronunciada la Biblia hebrea y aramea...?

Es muy importante aclarar que el Hebreo Cuadrado encontrado en los mss. de Qumran pertenecientes a la época del Segundo Templo así como también las muchas evidencias de Paleo Hebreo en ostracas, túneles y monedas nunca presentaron este sistema de puntuación por el hecho de no ser necesario, pues la pronunciación se enseñaba oralmente y era del conocimiento público pues la nación hebrea estaba vigente.
Aunque nuestros textos bíblicos abarcan bastantes siglos, la lengua en que están escritos presenta un sorprendente grado de uniformidad. Esta uniformidad, sin embargo, no es homogénea en todos los aspectos de la lengua: morfología, sintaxis, vocabulario y fraseología.
Las más significativas son las variantes en vocabulario y fraseología entre los diversos períodos y escritores. En la sintaxis las variantes son, por lo general, menos significativas. En todo caso, las diferencias son notables cuando se comparan textos separados por un largo espacio de tiempo. Así, la sintaxis de los textos históricos del período postexílico, como Esdras, Nehemías y Crónicas, difiere considerablemente de la de Samuel y Reyes.
En el área de la morfología la uniformidad del texto bíblico es más constante. También aquí es necesario distinguir entre el elemento consonántico y el vocálico. Dada la naturaleza de la morfología semítica en la que las consonantes son como el marco que constituye un elemento estable y las vocales son un elemento variable, a lo largo de los siglos las vocales cambian más fácilmente que las consonantes. 
Puesto que el texto que nos ha llegado nos permite reconocer sólo unos pocos cambios consonánticos y muy pocos cambios vocálicos, es altamente probable que el texto consonántico haya sido más o menos estandarizado a lo largo de los siglos, y es seguro que las diversas partes del texto consonántico, de cualquier siglo que procedan, han recibido una vocalización uniforme. Los naqdanim del s. VII impusieron la pronunciación sinagogal de su tiempo tanto a los viejos textos como a los más recientes, sólo para los cuales es realmente exacta.
Resulta muy difícil trazar un desarrollo de la lengua hebrea bíblica. Dificultad que se acrecienta cuando se advierte que tampoco conocemos la fecha de composición de algunos escritos. Por todo ello nos contentamos con distinguir dos principales períodos en la historia de la lengua hebrea: el pre-exílico y el postexílico. El pre-exílico representa la edad de oro de la lengua; es, por así decirlo, el período del hebreo clásico. Durante el período post-exílico la lengua cambia, en parte por la influencia del arameo que ha llegado a ser la lengua ordinaria de los judíos. El estadio más evolucionado del hebreo post-exílico es representado por la lengua de Qohélet, Ester, Esdras, Nehemías y Crónicas.

Los caracteres de las Biblias impresas, como los de los manuscritos conocidos, tienen un enmarque similar a un cuadrado, de donde proviene el nombre de escritura cuadrada. Esta escritura, que apareció en torno al s. III a.C., es un desarrollo de la escritura aramea, adoptada gradualmente por los judíos a la vuelta del exilio babilónico juntamente con la lengua aramea. La nueva escritura, llamada a veces escritura judía, reemplazó a la antigua escritura hebrea usada en el calendario de Gézer, en la inscripción de Siloé y en la estela de Meša. La antigua escritura llamada paleohebrea, se mantuvo en vigor limitadamente en algunos delos escritos del Mar Muerto (fragmentos del Pentateuco y libro de Job, nombre de YHVH) y en las monedas judías de la época helenística romana, y se conservó, con apreciables modificaciones, por los samaritanos tras su separación de los judíos. La escritura rabínica o Rašhi es una modificación de la escritura cuadrada; en las biblias rabínicas se usa especialmente para los comentarios impresos en los márgenes.

Antiguamente la lengua hebrea no conocía los signos de las vocales. Años más tarde las consonantes Alef, Hey, Wav y Yod hacían las veces de las vocales largas, siendo llamadas por esta razón "madres de la lección" (matres lectionis): equivalían así, la alef en medio de la palabra a la letra "a", a la hey al final de la palabra a la "a", "e", "o" la wav a los sonidos "o" "u" y la yod a los sonidos "i", "e" .La vocalización actual es la obra de los escribas masoretas.
En la ortografía hebrea, los niqud (hebreo: נִיקּוּד, bíblico נְקֻדּוֹת, estándar nekudot, tiberiano nəquddôṯ, 'puntos') son los signos diacríticos que señalan las vocales en el alfabeto hebreo. Durante la temprana Edad Media, se desarrollaron muchos sistemas ortográficos para representar las vocales hebreas, pero el más difundido fue el creado por los masoretas de Tiberíades durante la segunda mitad del primer milenio en Israel.

Y hasta aquí todo parece estar bien, pero...

Verdaderamente El Shaddai es "el de muchos pechos". Su Torá puede alimentar y apoyar númerosos espíritus de pensamiento totalmente independientes y simultáneamente. El texto de la Torá puede apoyar la interpretación judía, digamos, por ejemplo, el Talmud, así como la interpretación cristiana que se encuentra en el Nuevo Testamento.

Desafortunadamente, existe el pequeño problema de que en la versión masorética del Antiguo Pacto el texto intenta codificar sólo la interpretación judía más básica como si fuera la única interpretación, o quizás el contenido espiritual principal del A. Pacto. Los cristianos luego se decantan alrededor del texto masorético para traducciones del A. Pacto, pero cuando usan el texto masorético borran gran parte de la libertad que es inherente y más propiedad soberana del texto sin puntuar.
Dado que los masoretas eran judíos tradicionales, su elección de puntuación imponía una "Tradición judía" sobre el texto sagrado. Su adición de la puntuación del texto decía, en efecto, que la sagrada Torá era una producción "judía", perteneciente principalmente a judíos, más que a un producto divino perteneciente a toda la humanidad (si, está fue transmitida exclusivamente a través de profetas judíos inspirados). Añadiendo su puntuación, los masoretas estaban mostrando que sentían que la sagrada Torá era escrita por judíos, y por lo tanto podría ser manipulada por judíos, en total oposición a la idea de que Dios es el autor de la Torá; y así solo Dios podría agregar puntuación (si esa fuera su intención).
Al crear el texto masorético, los masoretas están diciendo, contrario a la verdad: -que los judíos eran simplemente instrumentos de Dios y escribieron lo que Él dictó, que de hecho son los autores y productores y el único público objetivo de la sagrada Torá.
  

Pero la mayor gravedad del asunto se encuentra cuando entendemos que los masoretas separaron lo que esta escrito de lo que debe ser entendido, y no me refiero únicamente a las enmiendas conocidas y documentadas, sino a la totalidad del texto del Antiguo Pacto.

En otras palabras lo que esta escrito en el texto (Torá Escrita) del A. P. debe ser interpretado, entendido y expandido (Torá Oral) desde la perspectiva de la religión judía y bajo esa consigna fue creado el niquddot. 
En el antiguo procedimiento judío, la Torá Oral es la contraseña memorizada (pasada secretamente de boca a oreja) que permite al judío entrar "en" la Presencia de la Torah Viviente (que de hecho pasa por el texto escrito) --- Si el judío posee la contraseña memorizada (Torá Oral) puede atravesar la cerca de la Torá Escrita, en cuyo caso estará en la misma Presencia de la Torá Viviente.
En este sentido se nos da a entender que el texto "escrito" de la Torá es una mera cifra... Y que no puede ser utilizado aparte de una presuposición "oral", ya que las letras sagradas de la Torá "escrita" no tiene puntuación, ni puntos (sof pasuq), ni comas, ni punto y coma, sin vocales (nëquddot)... El texto está sujeto a múltiples interpretaciones basado en la clave utilizada para desbloquear un significado particular. El texto en este estado aparece vulnerable a aquellos que leen falsos conceptos contrarios a la Voluntad y Objeto de su Autor.

El texto hebreo "sin puntos" (sin vocales añadidas) es un "texto cifrado" que no puede incluso funcionar hasta que se le aplique una clave. Es algo milagroso cuando ese texto cifrado lo da Dios mismo... Porque entonces, solo Dios puede compartir la clave para desbloquear las verdaderas corrientes subterráneas del texto. Las corrientes son siempre fluido. No pueden reprimirse sin afectar al texto. El texto hebreo sin puntuar es un texto cifrado... literalmente un algoritmo... y el Espíritu de Dios es la clave que debe aplicarse al texto si una persona anhela desbloquear el significado espiritual del texto, que en la mayoría de los casos tendrá muy poco de "espiritual" en el sentido religioso del término, sino sendas verdades concretas que seguramente revolucionaran la concepción de la vida y de la existencia.
El texto masorético destruye la naturaleza misma del algoritmo aplicando una finita presuposición racionalista (una lectura tradicional humana) al texto cifrado mismo.Una vez que se "agrega" esta lectura racionalista, el verdadero funcionamiento del texto "cifrado" es inoperante por la puntualidad de las vocales utilizadas para concretar un significado tradicional del texto.
La interpretación masorética no es necesariamente una interpretación incorrecta. Pero colocar esa interpretación sobre el texto sagrado, como si fuera la primera, o única, es vil. La interpretación masorética no es "la clave", sino "una clave" para la Torá escrita. En el mejor de los casos, es producto de un espíritu judío que interactúa con lo sagrado del texto.

 

Al final queda la pregunta: ¿Estudiaremos un texto encadenado, o uno sujeto a recibir la clave de parte del Autor...?